Finalmente visité uno de los países más recomendados de Asia. Una puerta perfecta para conocer este continente. Aquí te cuento cómo fue mi primer día en Singapur.
El vuelo
2 de octubre de 2024
Partimos desde el aeropuerto de Narita a las ocho de la mañana en un vuelo directo a Singapur. Por primera vez, después de haberlo visto en internet cientos de veces, me monté en un avión con temática de Pokémon. Creí que solo decoraban el exterior, pero por dentro también tenían algunos detalles e incluso el tema principal del videojuego sonaba de fondo.
El famoso aeropuerto de Singapur
Llegamos a Singapur a las 13:20, una hora antes de lo esperado, tras un vuelo con varias turbulencias (justo pasaba un tifón fuerte por Taiwán). Lo primero que hicimos fue pasar inmigración y debo decir que ha sido de los trámites más rápidos que he hecho en mis viajes. No tuvimos que hacer ni cola porque solo nos escanearon los pasaportes. La única pega fue que no nos sellaron el pasaporte.
Estábamos en la terminal 3, la cual estaba conectada al famoso complejo Jewel Changi, donde se encuentra la cascada interior más grande del mundo. Tras recorrer un largo pasillo llegamos finalmente a una cúpula donde había muchísima humedad y vimos finalmente la famosa cascada. Sinceramente, me la esperaba un poco más grande, pero igualmente fue impresionante. Con el tema principal de los Vengadores sonando de fondo, nos quedamos sentados un rato observándola.
Llegando al hotel
Tras volver a la terminal 3 bajamos a la planta baja para obtener la tarjeta de transporte Ez-link que usaríamos durante todo nuestro viaje. El metro por dentro me recordó al de Taiwán con asientos duros de plástico.
Fuimos mirando por la ventana el paisaje que nos recordaba en cierto modo a Japón, pero a la vez era diferente. Tras unas pocas paradas llegamos a nuestra estación. Caminamos por primera vez por las calles de Singapur que nos recordó a Tailandia. Era la viva imagen del sudeste asiático, nada que ver con la imagen moderna que puede tener uno de Singapur.
Tras quince minutos llegamos a nuestro hotel, el cual estaba bastante bien ya que había sido recientemente reformado. A los alrededores veíamos casitas y mi pareja me decía: «estas casan parecen burdeles», pero me reí pensando que era imposible (spoiler: lo eran).
Comiendo en hawkers
A unos diez o quince minutos del hotel teníamos unos hawkers, una especie de comedor con cientos de tiendas pequeñas donde elegir. El sitio se llamaba Old Airport Road Food Center. Había tantísimas tiendas y tanta variedad de platos que tardamos un tiempo en decidirnos. En mi caso opté por un Hokkien mee de 5 SGD de una tienda que solo se especializaba en ese plato. Había mucha cola y tardaron bastante en darme la comida. La espera mereció la pena, estaba buenísima. Fue mi plato favorito de Singapur.
Os doy un consejo, si visitáis un hawker en Singapur, llevaos pañuelos porque allí no hay servilletas. Venden, pero son carísimas.
La famosa bahía
Con las barrigas llenas cogimos un bus de camino a la bahía. En el trayecto veíamos a lo lejos el famosísimo hotel Marina Bay Sands y nos empezamos a emocionar. Lo que no sabíamos era que al bajar nos quedaríamos maravillados. Te sentías pequeño (y pobre) al verlo. El hecho de que no hubiera ningún otro rascacielos cerca acrecentó esa presencia.
Caminamos por el paseo sin quitarle el ojo hasta que finalmente llegamos a la estatua del Merlion. Resultó ser más grande de lo que esperaba y estaba llena de gente echándose fotos. Debo reconocer que esta fue la zona que más me gustó del país. Un lugar donde pasear y observar el paisaje.
El espectáculo de Garden Rashody
Decidimos continuar hasta llegar a los Garden by the Bay que se encuentran más lejos de lo que parece en el mapa. Al llegar, estábamos tan cansados que nos tumbamos en el suelo mirando los superárboles. Aunque teníamos intención de subir a la pasarela decidimos quedarnos a descansar. Casi nos quedamos dormidos allí del cansancio que llevábamos encima.
Poco a poco el lugar fue llenándose hasta casi no dejar espacio para pasar. Todo el mundo se sentó en el suelo esperando con ganas el espectáculo de Garden Rashody. De repente, a las 19:45, apagaron las luces y una voz anunció que el show iba a dar comienzo. Empezó a sonar el tema de Harry Potter mientras los árboles se iban iluminando al son de la música. Tras esa canción vino la de Jurassic Park (con sonidos de dinosaurios incluidos). Pusieron otras famosas como la de Super Mario, Indiana Jones o la Sirenita. Es sin duda una actividad imprescindible en Singapur. La cual recomiendo a todo el mundo.
Tras diez minutos después, el espectáculo terminó y todo el mundo se levantó y se marchó. Fue un momento un tanto caótico.
Regreso al hotel
Al regresar al hotel pasamos por el Marina Bay Sands lamentando no haber reservado habitación (estaba a unos 1000€ la noche). Cogimos el metro y nos fuimos derechos al hotel. Al volver a pasar por el barrio descubrimos que era, efectivamente, un barrio rojo. Curiosamente no nos sentíamos inseguros o intimidados. También debo destacar que había muchos hombres en las calles sentados en sillas con una mesita y un montón de pastillas. Os aseguro que no era esta la imagen que yo tenía de Singapur. Es como si te alejas un poco de la bahía, todo se vuelve más pobre.
Antes de subir a la habitación nos pasamos por una tienda a comprar el desayuno del día siguiente. Creía que Singapur era caro, pero durante todo el día veíamos unos precios parecidos a los de Japón. La idea era salir a cenar más tarde, pero los dos caímos rendidos en cuanto tocamos las camas. Nos fuimos a dormir sobre las 22:30 o 23:00 dando por finalizado mi primer día en Singapur.
Al día siguiente nos tocaba conocer sus famosos barrios:
Singapur día 2: Little India, barrio musulmán y Chinatown