Aprovechando que venían unos amigos a visitarme a Japón, decidimos montar un viaje a la región de Kansai y conocer algunas famosas ciudades como Osaka, Kyoto, Nara y Himeji. Aquí te cuento cómo fue mi viaje a Osaka.
Primeras impresiones
24 de noviembre de 2019
Para llegar a Osaka mis amigos y yo optamos por coger un autobús nocturno desde Tokyo. Fue un viaje de 6 u 8 horas hasta que nos plantamos en la ciudad a las 6 de la mañana justo al lado del famoso barrio Shinsekai. Lo primero que me llamó la atención de esta ciudad fue la suciedad de las calles, muy diferentes a las de Tokyo. No sé si era por la hora, el gran número de indigentes o los cines X que me sentía poco segura en esta zona.
Nos adentramos por Shinsekai. Las calles estaban completamente vacías con todos los comercios cerrados. Aprovechamos para tomar la famosa foto con el pez globo (que actualmente ya no está) con la torre Tsutenkaku de fondo.
El templo de las cenizas
Lo primero que hicimos fue pasear por el parque Tennoji aquí encontramos unas letras con el nombre de Osaka por lo que aprovechamos para echarnos algunas fotos. Luego pusimos rumbo a la primera parada importante del día: el Templo Isshinji, conocido por sus estatuas de Buda hechas con las cenizas de fallecidos.
Lo primero que nos llamó la atención fueron las dos estatuas de la entrada principal bajo una estructura moderna que se aleja del clásico de madera japonés. También visitamos su salón, con un enorme mural de Buda hecho con témperas, el más grande del mundo de este material. Este salón fue mi parte favorita de la visita.
Después de eso nos acercamos a ver el templo Shitennoji con su precioso estanque, aunque no pasamos mucho tiempo aquí.
El castillo de Osaka
Pusimos dirección al que sería nuestro hogar durante los siguientes días, una casa situada en la calle Dotonbori. La ubicación era excelente, aunque daba cierto miedo callejear por la zona. Dejamos las maletas y nos fuimos al Castillo de Osaka.
Nada más llegar se notaba lo turístico que era porque estaba lleno de gente, aun así el castillo y sus alrededores merecieron totalmente la pena. Lo primero fue su increíble foso con sus impresionantes muros. Luego la estructura principal, la cual parecía haber sido reformada hacía poco por su limpieza y colores. Era preciosa.
Conseguimos encontrar un lugar apartado con un bellísimo jardín japonés desde donde obtuvimos unas fotos preciosas de recuerdo (las fotos que os muestro). Decidimos no entrar al castillo porque temíamos que nos pasara como con el castillo de Matsumoto, no ver nada dentro e ir en fila a causa de la gran horda de turistas.
Un santuario peculiar
Antes de visitar el siguiente sitio hicimos una pausa para comer aquí. Pedimos cada uno un menú, en mi caso fue un tonkatsu con huevo acompañado de arroz y sopa.
Con el estómago lleno cogimos el metro hasta llegar al santuario Namba Yasaka, uno de los más peculiares en los que he estado. La cara de una especie de león te da la bienvenida con la boca abierta. Nos gustó mucho este sitio a todos.
Cerca de las 17 volvimos a la casa que habíamos alquilado. Estábamos tan cansados que compramos la cena en un conbini y nos encerramos viendo la televisión. Nos hubiera gustado haber paseado por la calle Dotonbori y haber comido algo típico de Osaka, pero era algo que dejaríamos para los siguientes días. Así terminaba mi viaje a Osaka.
Al día siguiente viajaríamos a uno de los sitios que más ganas tenía de conocer:
Japón día 16: Kyoto y su pabellón dorado