Cuando mi pareja me dijo de venir a Taiwán había dos sitios que quería visitar sí o sí que llevaban en mi lista viajera desde hacía años. En este día, acabaría visitando los dos sitios.
El museo más impresionante del mundo
22 de marzo de 2023
Cuando pensamos en museos, siempre nos hemos imaginado un lugar cerrado lleno de obras de arte, pero el Fo Guang Shan Museo del Buda es un claro ejemplo de que no todos son así.
Para llegar hasta aquí cogimos un autobús con el que tardamos en torno a una hora. Al llegar, quedamos impresionados, ya que incluso la entrada era impresionante. Sorprendentemente, no tuvimos que pagar para ingresar, ya que este museo es más que un espacio de exhibición; es un lugar religioso que busca atraer a personas de todo el mundo para difundir el mensaje de Buda.
Nada más entrar, los trabajadores nos proporcionaron mapas y nos dieron recomendaciones, mostrando una gran hospitalidad. Una vez que cruzamos la entrada, nos encontramos con una plaza inmensa adornada con cuatro pagodas a cada lado y, en el fondo, una estatua colosal de Buda. En las fotos puede que se vea pequeño, pero os aseguro de que era inmenso.
Cada una de las pagodas estaba dedicada a algo específico, como por ejemplo una dedicada a celebrar bodas, otra para experimentar con los sentidos, otra para niños…
En el pabellón principal había varias exposiciones temáticas. Una de ellas se centraba en la historia del museo y su fundador, otra sobre la vida de Buda, otra sobre los templos budistas del mundo… Todas ellas siendo inmersivas e interactivas.
Tal vez mis descripciones sean escuetas, pero es que os aseguro de que este lugar era tan grande y tenía tanto que ver y hacer, que uno podría echar un día entero solo visitándolo.
Es destacable la amabilidad de todos los trabajadores, como una guía de la exposición sobre el fundador, que nos acompañó, explicó la historia y respondió a todas nuestras preguntas.
Comida vegetariana
Una curiosidad es que aquí solo ofrecen comida vegetariana. Comimos Májiàng qián miàn (麻醬乾麵), unos fideos secos con salsa de sésamo. El precio fue de 60 TDW, lo que me sorprendió porque esperaba que fuera más caro dada la ubicación del lugar.
Al salir, el museo estaba prácticamente vacío, ya que estaban a punto de cerrar. Aprovechamos la oportunidad para tomar fotos y disfrutar de este maravilloso lugar por última vez.
Sé que nos fuimos sin visitar el templo principal, lo que nos da una razón para regresar en el futuro.
Lotus Pond
En otro autobús llegamos al estanque más famoso de Kaohsiung, Lotus Pond. Nuestra primera parada fue un lugar muy fotografiado: las pagodas del Dragón y el Tigre. Como eran las 18.30 las pillamos cerradas, pero no todo fue malo, porque estuvimos paseando por ellas totalmente solos. Pasamos también por el templo de delante, el Zuoying Tzu Chi Palace.
Siguiendo la orilla del estanque llegamos a los Pabellones de Primavera y Otoño, otras dos pagodas con un dragón al que se podía recorrer entrando por su boca. Seguimos por el puente y llegamos a un pabellón muy romántico (y lleno de mosquitos).
Nuestra siguiente parada fue la última estatua del lago: el Pabellón Pei Chi. Para llegar hasta allí debes recorrer un puente en el que estatuas de soldados montados en diferentes animales te dan la bienvenida.
Al regresar, nos sorprendió ver que en el bar cercano había un karaoke con un escenario donde los taiwaneses cantaban apasionadamente.
Con esta escena, nos despedimos del estanque, aunque para mí fue más bien un «hasta luego» porque quiero volver para entrar en las pagodas.
De vuelta al hotel
Mientras regresábamos, pasamos por delante del Templo de Confucio, que ya estaba cerrado debido a la hora. También divisamos a lo lejos el Templo Qingshui, al que lamentablemente no tuvimos la oportunidad de visitar.
Una vez en el hotel salimos a comer fuera. Resultó que nuestro hotel estaba al lado del Mercado Noctuno Liouhe, pero no comimos en uno de los puestos, sino que acabamos en un restaurante de una familia. Por 60 TWD me pedí húntún miàn (餛飩麵), una sopa de fideos de wantán. La familia fue muy agradable con nosotros perdonándonos incluso algunos «céntimos» que nos faltaban para pagar.
Como me había dicho un amigo chino y como pudimos comprobar, la comida taiwanesa del sur está mucho más buena que la del norte.
A la vuelta, yo me compré un té de burbujas y volví al hotel mientras mi pareja se pasó la noche en el mercado nocturno comiendo.
Al día siguiente tenía planeado ir a Tainan, pero las cosas no salen como uno espera…
Taiwán día 9: viaje a Tainan cancelado