En nuestro segundo día por Portugal el grupo se separó: unos fueron al festival de Eurovisión y otros a hacer turismo. Yo claramente fui de turismo, en este caso, para visitar la ciudad de Sintra. Descubre en esta entrada cómo fue mi viaje a Sintra.
Rumbo a Sintra
12 de mayo de 2018
Nos levantamos muy temprano y cogimos el coche con dirección Lisboa. Cuando nos acercábamos a la ciudad empezó a aumentar considerablemente el tráfico, especialmente en la zona de peaje. No recuerdo la cantidad exacta que pagamos, pero fueron menos de dos euros.
Tras haber aparcado el coche, el grupo se dividió. Unos fueron al ensayo final del festival que se celebraba por la mañana, mientras que otros fuimos a la estación de trenes. Llegamos justo a tiempo para comprar el billete del próximo tren. Me pareció curioso lo puntual que fue pues en cuanto el reloj marcó su hora el tren cerró sus puertas y arrancó.
Tardamos menos de una hora en llegar a nuestro destino. Me sorprendió la naturaleza que lo rodeaba, algo que no habíamos visto durante el trayecto. Tras eso, pusimos dirección al único sitio que veríamos ese día: Quinta da Regaleira.
Un lugar mágico
El paseo hasta este lugar fue muy agradable porque caminabas en dirección a la montaña (exceptuando la cuesta para llegar a la entrada). Tras comprar la entrada, que nos costó unos 8€ si no recuerdo mal, entramos a este lugar mágico.
Fue como si nos hubiéramos metido dentro de un cuento de hadas ya que toda la decoración estaba hecha para que pareciera de otro mundo. Nos dejamos llevar y nos perdimos por su precioso jardín.
Recuerdo que nos metimos por una cueva y salimos de repente al Pozo Iniciático, el punto más emblemático, fotogénico y la razón por la que fuimos a Quinta da Regaleira. Verlo en persona fue mucho más increíble de lo que imaginaba.
Salimos por arriba y continuamos nuestro camino pasando por un estanque, por escaleras, formaciones raras y el palacio. Todo el recinto es increíble. No tengo palabras para describir este lugar.
Volvemos a Lisboa
Tras terminar de verlo todo, cerca de las 16:00, volvimos a Lisboa pasando antes por una tienda de recuerdos donde pillé mi imán para la nevera (del Pozo Iniciático). Recuerdo que en esa tienda había cajas de música y una era de «Brucia la Terra«. A día de hoy me sigo arrepintiendo de no haberla comprado.
Al llegar a Lisboa, que por cierto, estaba llenísimo de gente, fuimos a merendar algo y hacer un poquito de turismo. Acabamos comiendo unas deliciosas natillas y visitamos la Catedral y el Arco de la Rua Augusta. Nos reunimos en este último sitio con nuestros demás compañeros.
En principio teníamos pensado disfrutar de Eurovisión allí, pero al ver que no se podía ni caminar por las calles, decidimos que lo mejor era volver a nuestro solitario pueblo y verlo tranquilo en casita. Eso hicimos. Nos pasamos la noche viendo el festival y poniéndonos al día de lo que habíamos visto.
Al día siguiente nos volveríamos a España haciendo una parada en otro peculiar pueblo:
Portugal día 3: descubriendo Évora