Japón día 7: escalando el Monte Fuji

El Monte Fuji es la montaña más alta de Japón y Patrimonio de la Humanidad. Subir hasta la cima es una de las actividades más famosas del país. Nunca imaginé que me aventuraría a realizar algo así, y puedo afirmar que esta fue una de las excursiones más asombrosas de mi vida.

Me tenéis que disculpar porque al principio no tengo fotografías de la subida. Era de noche y no eché ninguna. Al final de la entrada, con la salida del sol, veréis más.

Quinta estación

18 de agosto de 2019

Después de haber pasado toda la mañana durmiendo, pusimos rumbo a la ciudad de Fujiyoshida desde donde cogeríamos un autobús que nos llevaría a la Quinta Estación de la ruta Yoshida. La razón por la que escogimos esta ruta fue porque era la más popular.

Iba a ser la primera vez que subiría una montaña. He hecho varias rutas de senderismo y no sabía si sería capaz de completar este reto. Los nervios se apoderaban de mí.

En el autobús que nos llevó a la Quinta Estación, pudimos apreciar la sinuosidad del camino, sumido en la oscuridad de la noche, porque sí, quería subir al Monte Fuji de noche para ver el amanecer en la cima.

Antes de empezar la ruta nos pasamos por el centro de información para informarnos antes de partir. Allí nos dieron varios consejos como comprar linternas frontales porque habría partes del trayecto en las que necesitaríamos usar las dos manos. También nos advirtieron de llevar abrigo por las bajas temperaturas en la cima. Aprovechamos para adquirir un recuerdo cuyos fondos contribuyen a la preservación del Monte Fuji.

recuerdo del Monte Fuji

Empieza la subida

Después de equiparnos con todo lo necesario nos preparamos para la subida. Comenzamos a las 20:00. Inicialmente, el camino atravesaba un bosque en terreno llano, facilitando la visibilidad sin necesidad de linternas. Sin embargo, la ruta pronto se convirtió en una pendiente, manteniendo el suelo liso.

Tras pasar el primer centro de orientación ya no había árboles, el camino estaba lleno de piedras y en forma de zig zag. Aún así, me pareció bastante sencillo.

En este punto creía que subir a la cima iba a ser fácil. Sin embargo, no tenía ni idea de lo que se me venía encima.

Comienza lo difícil

Hicimos un pequeño descanso en la Séptima Estación. Ya empezaba a notar el cansancio. Veía lo que nos tocaba a continuación y empecé a temer.

El camino se volvió muchísimo más empinado y pedregoso. Llegando a necesitar en algunos puntos el uso de las manos como apoyo. Mi mayor temor era caerme.

Poco a poco las temperaturas iban descendiendo a medida que subíamos. En las estaciones había muchísima gente (chinos en su mayoría) con oxígeno. Me sorprendió porque no noté nada.

Los descansos que tomábamos eran muy frecuentes. Parábamos a comer algo y a hidratarnos. En esos momentos miraba hacia arriba, al rastro de luces de las estaciones, y veía menos de cinco. Entonces pensaba: «ya queda poco», pero solo era una ilusión.

Llegando al límite

No sé en qué momento me dije que ya no era capaz de continuar. Me dolían las piernas y hacía tanto frío que ni los abrigos que llevaba fueron suficientes. Aquí me arrepentí mucho de no haber llevado más ropa de abrigo. Me empezó a doler muchísimo la espalda en torno a las 3:00 y empezaba a sentarme más de lo habitual para recuperar el aliento.

Tengo que reconocer que tuve la suerte de no sufrir mal de alturas. Había en el camino muchos excursionistas en el suelo. También vómitos. Yo no tuve ese problema, me sentí bien en todo momento.

Eso sí, llegó un punto en el que alcancé mi límite. Busqué refugio en uno de los tantos «hostales» para ver si podía refugiarme del frío. Cuando me dijeron que costaba 5000 yenes solamente 3 horas, decidí aguantarme un rato.

El amanecer

Resistí un poco más porque ya estábamos cerca de la cima y, además, pronto saldría el sol. Dando todo lo que tenía, conseguimos llegar a la cima. Entonces comenzó a asomar el sol en el horizonte en torno a las 4:30.

amanecer desde el Monte Fuji

La experiencia de presenciar el amanecer desde la cima del Monte Fuji fue extraordinaria, haciendo que cada minuto del ascenso valiera la pena. Los rayos del sol entre las nubes iluminaron la montaña, revelando lo alto que nos encontrábamos.

amanecer desde el Monte Fuji

La bajada

Tras disfrutar de la salida del sol empezamos la bajada. Estábamos agotados.

El trayecto fue entre fácil y difícil. Fácil porque era bajada y difícil porque teníamos que pasar por lugares un tanto inclinados. Por suerte, el sol hizo que las temperaturas subieran y ya no hiciera tanto frío.

descendiendo de la cima del Monte Fuji

Entre las cosas que más me llamaron la atención fue lo rojo que es el Monte Fuji. Había olvidado que se trataba de un volcán.

Conseguimos descender durante 5 horas hasta llegar al camino llano cubierto de árboles que lleva a la Quinta Estación. Había muchísima niebla y casi no se podía ver el camino. Cuando llegamos a la Quinta Estación cogimos un bus de vuelta y pusimos rumbo a casa.

Camino nublado del Monte Fuji

Impresiones

Vuelvo a decir que este viaje ha sido de los mejores que he hecho en mi vida. Tanto es así que quiero volver a subir a la cima una vez más. Esta vez mejor preparada físicamente y con muchos más kilos de ropa en la mochila.

Os recomiendo encarecidamente esta excursión si alguna vez tenéis oportunidad.

La siguiente excursión no sería tan dura:
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