Iwakuni no era una ciudad que tuviera en mente visitar, pero como estaba muy cerca de la prefectura de Hiroshima, decidí darle una oportunidad. No me arrepiento para nada. Descubre mi viaje a Iwakuni.
El santuario de la serpiente blanca
18 de julio de 2019
Nos levantamos temprano para coger un tren hacia Iwakuni. El tiempo no acompañaba, llevaba toda la mañana muy nublado y parecía que llovería en cualquier momento.
Desde la estación principal de la ciudad fuimos al santuario de la serpiente blanca. En este santuario no se venera a un dios, sino, literalmente, a las serpientes blancas que habitan en Iwakuni. Se consideran tesoros nacionales y se piensa que traen suerte a los hogares.
Toda la decoración del santuario tenía relación con ellas. Además, tenían algunas en cautividad, a las que solo pude ver un poco. Uno de los santuarios más raros en los que he estado.
Uno de los puentes más bellos de Japón
Pusimos rumbo a nuestro siguiente destino caminando, aunque el tiempo no era muy bueno, queríamos conocer mejor la ciudad. Caminar por su calles fue como viajar a otra época. Rodeado de naturaleza y edificios antiguos. Mereció la pena los cincuenta minutos de caminata.
Al llegar al puente Kintai nos quedamos maravillados. Ninguna fotografía hace justicia a este puente de madera de forma tan peculiar. No me extraña que forme parte de la lista de los tres puentes más singulares de Japón. Es, hasta la fecha, el puente más bonito que he visto en mi vida.
Compramos un pase para poder cruzarlo y debo reconocer que se hace difícil porque está lleno de pequeños escalones que te dificultan los pasos. Merece la pena pagar la tarifa porque no todos los días se puede cruzar un puente como este.
Residencias samuráis
Al otro lado, hay un parque y antiguas residencias samuráis por donde sin duda merece la pena pasear. Había curiosas fuentes de agua y algunos santuarios. Creo que esta zona tiene que ser preciosa durante los cerezos en flor.
Antes de subir al castillo, decidimos hacer una parada en el museo de la serpiente blanca. Un lugar pequeño, pero muy interactivo. Hay diferentes juegos y serpientes en cautividad. Visita súper recomendada.
Subiendo al castillo
Aunque el tiempo no acompañaba, decidimos subir andando hasta la cima de la montaña, donde se encuentra el castillo de la ciudad. La edificación es muy pequeña y el museo de su interior no es nada del otro mundo. Además, las nubes estaban bajas por lo que apenas se distinguía. Fue, tal vez, lo más decepcionante de Iwakuni.
Aunque, las vistas que obtuvimos cuando hicimos la bajada en el teleférico, merecieron la pena.
Visita express a Itsukushima
Eran las 14:30 y ya habíamos visto todo lo que queríamos ver en la ciudad, así que decidimos aprovechar que teníamos tiempo para visitar brevemente Itsukushima.
Llegar en ferry hasta la isla fue como si estuviéramos viviendo en Jurassic Park. Una gran montaña completamente verde con el famoso torii a sus pies. Para la hora a la que llegamos, la marea estaba baja por lo que veíamos el torii completo y lo dañado que estaba.
Decidimos entrar al santuario que estaba casi vacío. Para mí fue una gran experiencia porque he estudiado este lugar en la universidad. Especialmente recordé a mi profesor cuando vimos el escenario de teatro Noh.
Se nos hizo de noche estando allí así que nos lo pasamos dando un paseo en torno al santuario. Nos lo tomamos con calma ya que teníamos intención de volver al día siguiente. Cogimos el ferry de vuelta dando por finalizado mi viaje a Iwakuni y mi visita express a Itsukushima.
Al día siguiente volveríamos y viviríamos nuestro primer festival japonés
Japón día 4: el festival de Itsukushima