Este fue el primer viaje del año 2020, donde continuaría con mi objetivo de conocer Japón. Por primera vez vería con mis propios ojos el Monte Fuji y un valle volcánico. Aquí te cuento mi viaje a Hakone.
Castillos, museos y dinosaurios
9 de febrero de 2020
El objetivo de este viaje era conocer Hakone, pero en el camino, realizaríamos otras paradas. A las 9 de la mañana nos plantaríamos en el Castillo de Odawara. Sinceramente, después de haber visto otros impresionantes como el de Matsumoto o el de Himeji, este me pareció de lo más soso y pequeño.
Lo más destacable fueron unos monos que tenían enjaulados. Fue la primera vez que veía un macaco japonés. Sentí pena al verlos encerrados pues apenas se movían. A día de hoy, sigo sin entender porqué los tenían ahí.
Nuestro siguiente destino fue el Museo de Historia Natural de la Prefectura de Kanawaga. Debo reconocer que me encantó. Fue un museo muy completo pues había tanto secciones dedicadas a la biología como a la geología. Sin lugar a dudas, mi parte favorita fue la de los dinosaurios. Exponían muchísimos esqueletos de especies variadas. También animales disecados.
Tengo que reconocer que la parte de los minerales también me impresionó mucho, ya que había algunos realmente increíbles y bellos.
El lago de Hakone
Después del museo cogimos un bus dirección Hakone. Recuerdo que el trayecto fue movido por la cantidad de curvas que pasamos. A las 13:20 nos plantamos delante del lago. Recuerdo que para este momento estaba ya la cosa difícil en China por el tema de corona, por lo que me sorprendió ver una gran cantidad de turistas chinos.
Después de medio año viviendo en Japón y después de haber subido a su cima, veía con mis propios ojos el precioso Monte Fuji que estaba completamente nevado. Es una imagen bellísima porque tienes el cielo azul arriba, el lago azul abajo, montañas verdes que dejan paso al monte y un torii rojo chillón que convierten esta vista en una de las más bonitas del país (bajo mi punto de vista).
Destaco también el extravagante barco turístico que desentona bastante con el paisaje, pero le da un toque peculiar.
Recorrimos parte del lago con el objetivo de llegar a la puerta torii. Lo que no esperaba era hacer una cola de una hora para echarme una foto. Fue un momento realmente desesperante que me hizo preguntarme si realmente me merecía la pena. Y sí, me mereció la pena, porque ahora tengo una foto preciosa del lugar.
En cuanto al santuario de Hakone, fue un santuario normal.
El valle que hierve
Cogimos un bus para llegar al teleférico que nos subiría hasta Owakudani, un valle volcánico con chimeneas de azufre activas y fuentes termales. Fue la primera vez que veía la tierra echar humo. Resultó ser una vista bastante desoladora.
Ya casi se nos estaba haciendo de noche, así que no pudimos pasear por la zona. Como también estábamos cansados y teníamos hambre, acabamos comprando los famosos huevos negros que hierven en las aguas termales. Aunque por fuera son negros, por dentro son huevos normales. Lo que sí tengo que reconocer es que me parecieron que estaban mucho más buenos que si los hubiéramos hervido en una olla normal.
Mi viaje a Hakone acabaría con unas últimas vistas al Monte Fuji mientras el sol se iba poniendo poco a poco.
El siguiente viaje sería de varios días justo cuando se motiva a la gente de que no viaje por la pandemia:
Japón día 21: Nagoya sin turistas