Llegó nuestro último día recorriendo la región de Kansai. Lo dedicaríamos visitando una ciudad muy conocida por su castillo, el más grande de Japón. Aquí te cuento mi viaje a Himeji.
Viaje a Himeji
28 de noviembre de 2019
Tras madrugar y recoger la casa que nos había dado cobijo durante la última semana, ponemos rumbo a Himeji en tren. Es uno de esos lugares que siempre se desea visitar cuando se busca información turística de Japón, por lo que estábamos emocionados.
En torno a las 9:30 llegamos a la ciudad y tras salir por la puerta de la estación, ya se podía ver a lo lejos el famoso castillo. Parecía pequeño a tanta distancia, pero las apariencias engañan. Después de caminar 15 minutos, conseguimos llegar a la entrada.
Conociendo el castillo
No recuerdo exactamente cuánto pagamos para entrar, solo recuerdo el largo y serpenteante camino que tuvimos que cruzar para llegar a la edificación principal. Mientras tanto estaba maravillada. Había visto varios castillos hasta entonces, pero el de Himeji le da mil vueltas a todos ellos. Es gigantesco.
Sin embargo, esa belleza exterior se ve disipada en el interior. Fue verdaderamente decepcionante. Estaba casi vacío. Lo único que hacíamos era subir escalones para ver la ciudad a nuestros pies porque lo que se dice el interior de los pisos, eran todos iguales. Lo único interesante que encontramos en el interior fue una maqueta de la ciudad.
Vimos también las otras edificaciones del castillo, y entre ellas estaba el famoso pozo de Okiku, donde se dice que fue arrojada una sirvienta muchos años atrás. Desde entonces, su fantasma cuenta platos mientras los rompe en el fondo del pozo. (Si te gusta el manga One Piece te sonará por el personaje de Cindry)
Debo reconocer que perderme por los terrenos del castillo fue lo mejor. Cada vez que alzas la cabeza ves el impresionante edificio alzarse por encima.
Los preciosos jardines
Al terminar la visita al castillo fuimos a los jardines Koko, situados justo al lado. Se caracterizan por tener 9 jardines de estilos diferentes. Como era otoño muchos árboles tenían hojas rojas y estaban preciosos.
Los jardines eran típicamente japoneses, del periodo Edo (1603 – 1868) para ser exactos. Aunque cada uno poseía sus características, yo los encontré muy parecidos entre sí. El único que recuerdo bien fue uno con un estanque con carpas y una cascada porque nos tomamos varias fotografías allí.
Cancelamos planes
Cerca del mediodía volvimos a la estación de Himeji. En el camino paramos a comer, lo que no recuerdo fue ni dónde ni el qué. Nuestra idea era ir al Monte Shosha donde se encuentra el templo Engyoji, famoso por aparecer en la película El último samurái. Sin embargo, al llegar a la oficina para comprar los tickets del teleférico, nos comentan que está cerrado a causa de fuertes rachas de viento. No nos quedó otra que cancelar nuestra visita.
En lugar de eso, nos pasamos la tarde jugando recreativas en un centro comercial situado en la calle principal. Dentro de lo que cabe, nos lo pasamos bien.
Últimas horas en Osaka
Regresamos durante la tarde a Osaka pues esa misma noche saldría nuestro bus nocturno de vuelta a Tokyo. Nos metimos en un McDonald de Shin Sekai que tenía de promoción patatas fritas tamaño XL por tan solo 100 yenes. Así hicimos tiempo en nuestras últimas horas en Kansai.
Con esto pondríamos fin a nuestra aventura por esta región y le diríamos adiós a nuestros amigos dos días después. Fue un viaje que no olvidaré.
El siguiente viaje sería a un sitio mucho más cerca y con unas vistas espectaculares:
Japón día 20: el lago de Hakone