En mi regreso a España para visitar a la familia por navidad hice una parada en Emiratos Árabes aprovechando una promoción. Era mi primera vez en un país árabe por lo que no tenía ni idea de las cosas que me esperaban. Aquí os dejo mi diario de viaje a Abu Dhabi.
Llegada a Emiratos Árabes
18 de diciembre de 2023
Despegamos desde el aeropuerto de Narita a media tarde en un viaje de casi diez horas. Nuestro destino final era España, pero habíamos pillado la promoción Stopover de la aerolínea Etihad, que te permitía hacer una escala de dos noches con hotel gratuito en Abu Dhabi. Por lo que optamos visitar este país. Si te interesa saber más sobre esta promoción, te invito a leer esta entrada donde te explico todo.
Recuerdo asomarme por la ventana del avión cuando entramos en los Emiratos y ver la isla Palm Jumeirah y la isla Palm Jebel Ali de la ciudad de Dubái, lugares que siempre habíamos visto en fotos, pero ahora estaban iluminados a nuestros pies. Nos quedamos maravillados.
Llegamos al nuevo aeropuerto, a la terminal A, y tuvimos que pasar un largo control a pesar de ser casi media noche. Tras recoger las maletas, salimos a la zona de autobuses y buscamos el que nos iba a llevar a nuestro hotel. Aprovechamos antes para sacarnos la tarjeta Hafilat que se usa para el transporte urbano de Abu Dhabi, nos costó 10 AED.
Nuestro hotel se encontraba en la terminal 1, parecía estar en desuso con la llegada de la terminal A. Hicimos el check-in y subimos a nuestra habitación. Hasta la fecha ha sido una de las mejores en las que me he alojado. Espaciosa, con sofá, cama gigante, baño amplio… Me costaba creer que me iba a alojar en ese hotel durante dos noches gratis.
Nos pegamos una buena ducha y nos acostamos
La Gran Mezquita de Abu Dhabi
19 de diciembre de 2023
Nos levantamos temprano y bajamos a la recepción del hotel en busca del autobús gratuito que ofrecen y que te lleva a los puntos turísticos de la ciudad. Tuvimos suerte de pillar asiento porque iba lleno. El trayecto se me hizo corto. Iba mirando por la ventana el paisaje. Me recordaba en cierta parte al sur de España, con el sol pegando fuerte y todo reseco.
Finalmente divisamos a lo lejos la Gran Mezquita Sheikh Zayed. No tenía palabras para describirla. Era impresionante.
El autobús nos dejó en el aparcamiento, para entrar, teníamos que pasar por el centro comercial subterráneo. Como las mujeres tenemos algunas limitaciones, tuve que comprarme un vestido para entrar. Miramos en varias tiendas y todo me parecía carísimo. La opción más barata era de 25 AED por uno muy simple.
Con el vestido puesto, fuimos a la entrada y enseñamos la reserva online. Luego, tuvimos que pasar por controles como si fuera un aeropuerto. A mi pareja le retiraron el mechero diciéndole que se lo devolverían a la salida.
Luego tuvimos que caminar muchísimo por cintas transportadoras subterráneas que te conducían a las puertas de la mezquita. Al salir, sus muros blancos de mármol se plantan ante ti. Qué belleza. Reconozco que incluso se hacía difícil mirarlo por el reflejo del sol.
Había muchísima gente echando fotografías por lo que era un poco difícil conseguir una de ti sin que saliera nadie. El truco estaba en no quedarse en la parte de la entrada, sino caminar por los laterales donde apenas había gente.
Cuando entramos, nos quedamos maravillados con lo lujoso que era todo. Tenía sentimientos encontrados porque me sentía pobre y a la vez la princesa de una novela.
Tras ver la alfombra más grande del mundo y los impresionantes candelabros que cuelgan del techo, salimos. Reconozco que la visita se me hizo incluso corta. Teníamos intención de ir al Oasis of Dignity, pero hacía tanto calor y como habíamos visto que tienes que andar bastante para llegar, decidimos dejarlo para la noche.
La estación de bus y parada para comer
Para salir de la Mezquita tuvimos que volver a pasar por el camino subterráneo hasta la misma entrada. Recogimos de camino el mechero de mi pareja. Nos sorprendió ver la cantidad de mecheros que confiscan pues tenían una caja llena.
Buscamos el autobús 94 para que nos llevara hasta la estación de autobuses. Aquí pasó algo curioso, porque cuando llegó, no dejó que nadie se montara. Pensábamos que nos habíamos quedado sin transporte y teníamos que buscar otro, pero al cabo de un rato pasó otro 94. El por qué el primero no nos dejó montarnos lo descubriría por la noche.
Llegamos a la estación de autobuses y fue asfixiante la cantidad de taxistas que te preguntan si quieres que te lleven a Dubái. Nosotros ignoramos a todos y fuimos a las máquinas de tarjetas, la única razón por la que estábamos allí. Y es que, para ir a Dubái necesitas la Nol Card que solo se compraba allí. La tarjeta costó 25 AED y te viene con 19 AED de recarga, nosotros le metimos 10 AED más.
Tras hacernos con ella, fuimos a un restaurante a comer. Había leído muchos comentarios y todo recomendaban este lugar por su precio. Nos pedimos un plato de Kabab que acompañaron con verduras, hummus y pan de pita. La carne estaba deliciosa, pero el hummus no me gustó nada. Sumado a las bebidas, nos salió en total 83 AED. Comer en sin duda lo más caro de este país.
La lujosa zona de la playa
Era ya el mediodía y sentía que no había visto casi nada todavía. Así que no nos demoramos mucho y cogimos un autobús que nos llevara a la playa Corniche. En estos momentos confirmo que Abu Dhabi es un país horrible para el peatón. Las distancias son larguísimas y las esperas en los semáforos más.
Desde el autobús vimos el Qasr Al Hosn, al que quería ir, pero no teníamos mucho tiempo. Finalmente llegamos a la playa y cuando creía que podría mojar los pies en el mar, descubro que la playa está segmentada, hay zonas de pago y la zona gratuita estaba por el camino contrario. Me conformé con verla a lo lejos mientras veía el mástil de bandera de la ciudad y el Rixos Marina.
Nuestra primera parada en esta zona fue el Memorial del Fundador, una curiosa obra de arte abstracta. Luego pasamos por debajo de las Torres Etihad y llegamos finalmente al hotel Emirates Palace Mandarin Oriental al que se puede pasar gratis. Yo creo que nunca antes había estado en un sitio tan lujoso como este.
Oasis of Dignity
Tras terminar decidimos volver. Me dio mucha rabia perderme la visita al majestuoso palacio Qasr Al Watan, porque ya había cerrado, pero siempre es bueno dejarse algo sin ver para tener excusa para volver.
Cogimos dos autobuses, uno de ellos el 94, para llegar al Oasis of Dignity. Destaco que el autobús iba lleno y un hombre me ofreció el asiento para mi sorpresa. Hacía tiempo que no veía algo así.
¿Os acordáis de que por la mañana pasó un bus 94 y no nos dejó subirnos? Aquí está la respuesta: iba en dirección contraria y la parada es la misma para los dos. Esto mismo les pasó a los que esperaban para montarse en el nuestro, no entendían porqué no podían.
Finalmente llegamos al Oasis of Dignity y estábamos solos. Lo teníamos entero para nosotros. Fue un gustazo observar desde aquí la mezquita iluminada. Desafortunadamente, solo estuvimos aquí 10 minutos porque teníamos que volver a la mezquita si queríamos pillar el autobús gratuito del hotel (el último del día).
Estuvimos corriendo para pillarlo esperando que se retrasara. El camino desde el Oasis a la mezquita es muchísimo más largo de lo que esperaba, tanto fue así que creíamos que no nos iba a dar tiempo.
Tuvimos la suerte de que lo pillamos justo partiendo. Saltamos corriendo a pararlo y nos abrieron las puertas. Y menos mal que lo hicimos, porque hubiéramos tenido que coger varios buses y haber echado varias horas hasta llegar al hotel.
Una vez en el hotel, cenamos en una cafetería, nos duchamos, vimos una carrera de camellos y nos fuimos a dormir. Así finalizaría mi viaje a Abu Dhabi.
Al día siguiente visitaría la famosa ciudad de Dubái:
Emiratos Árabes Unidos día 2: el Burj Khalifa de Dubái