Había tenido un buen comienzo en este país, por lo que estaba ansiosa por descubrir algunos lugares muy interesantes en la ciudad. Sin embargo, lo que no sabía es que este día terminaría completamente exhausta, con un dolor increíble en los pies.
Mi palacio favorito de Seúl
27 de agosto de 2023
A las 8:30, salí de mi hotel habiendo dormido muy poco debido al ruido de otros huéspedes. Seguí la calle principal, que ahora estaba completamente desierta. Parecía que el día anterior no había habido ninguna manifestación.
Poco a poco, divisé a lo lejos la gran puerta del palacio. Antes de llegar allí, me detuve para contemplar las dos estatuas en la plaza que se encuentra frente al palacio. En primer lugar, la estatua de Yi Sun Shin, un almirante que defendió el país durante las invasiones japonesas en el siglo XVI. Justo enfrente, había una escultura de la embarcación que usó en batalla. Continuando más adelante encontré otra estatua dedicada al rey Sejong, el Grande, el hombre que inventó el sistema de escritura coreano (hangul).
Finalmente llegué al palacio Gyeongbokgung, con su gran puerta dándome la bienvenida. Para mi mala suerte, justo delante estaban de obras, así que no pude apreciar su esplendor desde fuera. Sin embargo, eso me brinda una razón para volver en el futuro.
Eran las 9:20, y sabiendo que en la entrada se celebraría un desfile de soldados reales a las 9:35, decidí esperar antes de entrar. A esa hora, puntualmente, comenzaron a llegar los actores y desfilaron con orgullo portando sus estandartes en el aire. Debo reconocer que ver este desfile con la majestuosa puerta Gwanghwamun de fondo fue un acierto, ya que obtuve muy buenas fotografías y vídeos.
Después del desfile ingresé al palacio. La edificación principal era mucho más pequeña en comparación con la entrada. Una vez más, el interior estaba prácticamente vacío, con la excepción del trono y el biombo, lo cual no me impresionó mucho. Lo más interesante era el techo.
Luego de explorar la edificación principal, di un paseo por todo el recinto, que resultó ser inmenso. Había muchos lugares desocupados, y fue allí donde lamenté no haber alquilado un traje tradicional coreano para sentirme como una princesa. Recomiendo especialmente el Gyeonghoeru, situado junto a uno de los dos estanques.
Dio la casualidad que la residencia Geoncheonggung abría sus puertas temporalmente tras 6 años cerrada. Aproveché la oportunidad y exploré su interior que estaba repleto de muebles y objetos de la época. Gracias a este lugar, pude comprender un poco más sobre la vida de la realeza coreana.
Un poco más sobre Corea
Después de haberlo visto todo, salí del recinto del palacio por el lado del Museo Folclórico Nacional de Corea al que no entré. A su alrededor había varias tiendas antiguas de Corea como una peluquería, tienda de ropa y una tienda de dulces y juguetes. Delante de esta última había varios juegos tradicionales coreanos para jugar gratuitamente.
A otro lado había algunas casas tradicionales coreanas con sus tejados de paja. También había muchas estatuas de piedra como las de los funcionarios públicos.
La verdad es que, aunque no entres en el museo, merece mucho la pena pasear por esta zona para conocer más sobre Corea.
El barrio más fotografiado
Continué mi aventura adentrándome por las calles de Seúl en busca de lo que posiblemente es el barrio más fotografiado de la ciudad: Bukchon Hanok Village. Debo admitir que me perdí un poco mientras buscaba la famosa calle de las fotografías. En general, el barrio me pareció bastante normal, y la calle estaba repleta de gente. Me sentí mal por aquellos que vivían en esas casas, y en mi opinión, no valía la pena visitarlo. En cuanto a la fotografía con la N Seoul Tower al fondo después de subir la cuesta, no me pareció tan impresionante como esperaba.
El palacio más bonito
En la entrada anterior mencioné que existen cinco palacios en Seúl, pero solo uno de ellos es considerado Patrimonio de la Humanidad y, a su vez, se supone que es el más hermoso de todos. Estoy hablando del Palacio Changdeokgung. Desde mi punto de vista, creo que el Palacio Gyeongbokgung es mucho más impresionante y hermoso debido a la cantidad de edificaciones que lo conforman. Quizás lo único que podría otorgarle el título de «el más hermoso» al Palacio Changdeokgung es el Jardín Secreto.
El jardín secreto
Debo aclarar que la única forma de acceder al Jardín Secreto es inscribirse en uno de los tours. A pesar de que la entrada está incluida en el Royal Palace Pass, es obligatorio registrarse en la taquilla para uno de los cuatro tours disponibles, que se realizan en coreano, inglés, chino y japonés. Cada uno de ellos tiene su propio horario y un límite de participantes.
Cuando llegué a la taquilla revisé los horarios y el tour en japonés era el más próximo, así que decidí apuntarme a ese. No tuve problemas al obtener la entrada, pero cuando intenté ingresar al Jardín Secreto, el guardia me informó que el tour era exclusivamente en japonés. Me llevó un tiempo explicarle que vivía en Japón y no tenía problemas con el idioma.
Éramos un grupo de alrededor de 15-20 personas y yo era la única occidental. Recorrimos todo el jardín siguiendo a nuestra guía, quien afortunadamente hablaba de manera pausada y utilizaba un vocabulario sencillo. Visitar el Jardín Secreto es una actividad que considero imprescindible si se visita Seúl. Es un lugar enorme y hermoso, donde la ciudad desaparece y te sumerges en la naturaleza. Nuestra guía nos recomendó especialmente visitarlo en otoño, cuando las hojas de los árboles se vuelven naranjas y rojas.
Como curiosidad, al salir del jardín nos cruzamos con el tour en inglés y era increíble la inmensa cantidad de gente que había: 100 personas. Me alegré muchísimo de haberme apuntado al japonés.
El último palacio
En este punto ya estaba bastante cansada porque no había hecho ninguna pausa en todo el día. Además, me moría de hambre y quería ir a comer antes de continuar. Sin embargo, dado que el Palacio Changgyeonggung estaba conectado con el palacio anterior, decidí continuar la visita. Admito que fue una visita rápida; paseé alrededor del estanque principal y hice una breve parada en el invernadero para ver qué tipo de plantas albergaba.
Finalmente, pasé por delante del último palacio, que me pareció exactamente igual a todos los que había visto hasta ese momento.
Buscando un sitio para comer
Para este momento me dolían los pies y estaba hambrienta, así que mientras me dirigía al santuario Chongmyo, fui buscando algún sitio para comer. Eran alrededor de las 16:30 y la mayoría de los lugares estaban cerrados o tenían menús completamente en coreano sin una carta en inglés. Sin embargo, lo peor fue cuando llegué a la calle principal del santuario, porque allí solo encontré joyerías. No podéis imaginar cuántas había; no había ni un solo restaurante, solo tiendas de joyas.
Al final, con el dolor de pies que tenía, decidí rendirme y comí en un McDonald. Eso sí, la hamburguesa estaba buenísima y mereció la pena.
El primer parque moderno de Seúl
Antes de entrar al santuario hice una breve parada en un pequeño parque que se encontraba no muy lejos. Este parque es conocido como el primer parque de estilo moderno de Seúl, el Parque Tapgol. Su punto más destacado es la pagoda Wongaksa de 10 pisos, que fue construida en el siglo XV y se encuentra actualmente protegida por vidrio debido a su gran valor histórico.
El santuario
Ahora sí, me dirigía al santuario Chongmyo (o Jongmyo). Este lugar, Patrimonio de la Humanidad, lo había estudiado en la universidad. Tenía muchas ganas de verlo e imaginarme cómo serían las ceremonias rituales antiguamente.
El santuario consta de dos salas: Jeongjeon y Yeongnyeongjeon. Pues, para mi mala suerte, la primera estaba en obras por lo que no pude verla. Afortunadamente, Yeongnyeongjeon estaba vacía así que fui, me senté un rato y me relajé observando el edificio.
Lo noté un poco vacío con una arquitectura muy simple, pero aún así, me gustó.
Comprando regalos
Antes de volver al hotel me pasé por una calle comercial llena de tiendas de recuerdos. Aproveché para comprarme mi imán de Corea para la nevera y un joyero laqueado como un regalo para mi madre.
Regresé a mi hotel pasando por una tienda de conveniencia para comprar la cena. Me hubiera gustado comer fuera, pero estaba demasiado cansada. Además, al día siguiente tendría que pasar la noche en el aeropuerto y necesitaba descansar.
El viaje se acababa, pero aún me quedaba por ver una maravilla:
Corea del Sur día 3: la gran fortaleza de Suwon