Siendo sinceros, Corea del Sur nunca ha estado en mi lista de países que quería visitar. No obstante, durante los últimos meses, he estado viendo muchos vídeos y fotos de otros viajeros, lo que comenzó a despertar mi curiosidad. Aprovechando que vivo en Japón, decidí hacer un viaje en solitario a este país durante un fin de semana. Aquí te cuento mi llegada a Seúl.
Vuelo a Corea del Sur
26 de agosto de 2023
Comenzó mi primer viaje completamente en solitario a otro país. Salí del Aeropuerto de Narita a las 10:30 de la mañana sin haber dormido apenas. Después de un vuelo de 2 horas, llegué al Aeropuerto de Incheon, y debo admitir que el tiempo pasó volando.
Mi primer objetivo fue obtener la tarjeta Tmoney, la cual funciona de manera similar a la Suica/Pasmo de Japón. Con esta tarjeta, puedes pagar el transporte público y realizar compras en algunos establecimientos. Fue muy sencillo, ya que en el propio aeropuerto, junto a la entrada del tren, encontré máquinas expendedoras. La tarjeta me costó 6.000 wones, y me cautivó su diseño con los personajes de Line vistiendo ropa tradicional coreana (hanbok).
Después de un viaje en tren de aproximadamente una hora y cuarto, llegué a la estación de Seúl. Hasta ese momento, Corea me había parecido casi idéntica a Japón, pero al salir de la estación, me encontré con una cantidad significativa de indigentes que no acostumbro a ver.
La puerta de madera más antigua de Corea
Puse rumbo al hotel para dejar mi equipaje y aproveché para ver mi primer punto turístico de Corea: la puerta Sungnyemun, también llamada Namdaemun. Os puedo asegurar que me dejó sin palabras. Quedé fascinada con la arquitectura coreana. Recomiendo pasar a través de ella porque en el techo de su interior hay un dibujo de dos dragones.
Lo mejor de todo es que la entrada es gratuita.
Hotel y comida
Llegué a mi hotel que estaba situado justo al lado de esta puerta. Tengo que reconocer que tenía una ubicación fantástica.
Sin embargo, la habitación en sí fue una de las peores en las que me he alojado en mi vida. Era muy pequeña y el baño se encontraba en el medio con una puerta de cristal. Pasé todas las noches preocupada por la posibilidad de que pudieran entrar cucarachas en la habitación.
El hotel en sí parecía más un lugar pequeño para mochileros gestionado por una familia que vivía allí que no hablaba inglés. Ni siquiera me pidieron el pasaporte ni mis datos personales. Al llegar, me mostraron una lista para que buscara mi nombre y me entregaron las llaves. No intercambiamos ni una sola palabra.
Al dejar mi maleta, le pregunté a la mujer de recepción, a través de señas, un sitio para comer. Me recomendó este restaurante que estaba justo al lado.
Eran las 16:30 y el lugar estaba casi vacío. Por 12.000 wones, pedí el plato más famoso de Corea del Sur: el Bibimbap, un cuenco de arroz con carne y vegetales que se consume frío. La comida vino acompañada de kimchi (repollo fermentado), una sopa y algo que no logré identificar. El plato resultó ser picante, y como no soy amante del picante, me costó mucho terminarlo. A pesar de haber probado el Bibimbap en otras ocasiones y no ser de mi agrado, quería darle una oportunidad en Corea, con la esperanza de cambiar de opinión.
Mi primer palacio
Cerca de mi hotel se encontraba el palacio Deoksugung, uno de los cinco de Seúl (debo aclarar que solo cuatro de ellos son los más importantes y turísticos). Tuve la mala suerte de que justo en esa calle había una manifestación y estaba lleno de gente y policías así que en todos los vídeos que grabé se escuchan silbatos y gritos.
En la taquilla, adquirí el Royal Palace Pass por 10.000 wones, que permitía la entrada a los cuatro palacios (incluyendo el Jardín Secreto) y al Santuario de Chongmyo. Lo interesante de este pase es que puede utilizarse durante los tres meses siguientes a la compra, por lo que no es necesario visitar todo en un solo día. Definitivamente, es una ventaja. Si quieres saber más, te invito a leer esta entrada donde explico todo lo que debes saber sobre él.
Recorrí las edificaciones con tranquilidad y disfruté del diseño de los edificios, especialmente la combinación de sus colores rojos y verdes. Me tomé mi tiempo leyendo los carteles que explicaban el uso de cada uno de ellos. La única cosa que no me gustó (y se repitió en los siguientes palacios) fue lo vacíos que se sentían en su interior. En su mayoría, solo había un trono y un biombo.
Junto a las estructuras coreanas, había dos edificios de estilo occidental en torno a una fuente que contrastaban notablemente. Uno era el museo de arte moderno y el otro estaba dedicado a la exhibición de los Tesoros del Palacio. Dado el horario, no pude ingresar a ninguno de los dos. Me senté en uno de los bancos frente al estanque que los separaba y la tranquilidad que experimenté fue tal que estuve a punto de quedarme dormida.
Cambio de planes
No había dormido nada la noche anterior, lo que me llevó a cambiar un poco mis planes. Originalmente, tenía la intención de visitar la N Seoul Tower y disfrutar del atardecer desde allí, pero estaba tan exhausta que no me sentía con ánimo.
En su lugar, me dirigí a Cheonggyecheon, un arroyo artificial que atraviesa la ciudad que nace de una pequeña cascada. Me sorprendió lo animado que estaba el área; familias, parejas y amigos se encontraban sentados en la orilla, mojando sus pies en el agua. No quería perder la oportunidad y terminé sumergiendo mis pies en el refrescante arroyo. Fue muy agradable, a excepción de la presencia de pequeños mosquitos.
La gran puerta este
Después de mi paseo, tomé el metro para visitar lo último que tenía planeado ver ese día: la puerta Heunginjimun (también conocida como Puerta Dongdaemun). Ya era de noche, por lo que estaba completamente iluminada. Lamentablemente, no pude ingresar ya que estaba cerrada, así que me conformé con admirarla desde el exterior. En ese momento, reafirmé mi aprecio por ese tipo de arquitectura tan imponente.
También me llamó la atención la muralla que se encontraba a un lado, la cual me recordó a la muralla del castillo de Jaén. Mientras escribo esta entrada, he descubierto que existen varios tramos de muralla que rodean toda la ciudad. Sería interesante considerar recorrer alguno de ellos en un futuro viaje.
Regreso al hotel
Después de eso, regresé al hotel y compré algo para cenar en una tienda de conveniencia. Allí descubrí que «1+1» significaba que si compras 1 producto, te llevas otro gratis al momento. También me sorprendió encontrar Kinder (¿por qué Japón es el único país donde no hay?). Quiero destacar también a la mujer que me atendió porque fue un encanto de persona.
Después de tomar una ducha, me acosté temprano, ya que al día siguiente me esperaba una jornada muy larga.
Primeras impresiones
Mis primeras impresiones del país fueron muy positivas. Corea del Sur se presentaba como un lugar limpio, ordenado y con una gran cantidad de lugares para visitar. Como mujer que viaja sola, no experimenté ningún problema y en todo momento me sentí segura y protegida.
Al día siguiente conocería mi palacio favorito y mucho más sobre Seúl
Corea del Sur día 2: los palacios de Seúl