El último día en tierras belgas seguiría descubriendo Bruselas, en especial dedicaría el día visitando el Atomium y toda la zona que lo rodea.
Caminamos por la ciudad
24 de marzo de 2018
Como es habitual en los viajes, nos levantamos muy temprano con la esperanza de aprovechar bien el día. Aquí, mi amiga y yo, hicimos la mayor de las locuras: ir hasta el Atomium andando. Cuando me preguntan cuál ha sido el viaje donde más he caminado, respondo sin duda que fue este.
Gracias a esta interminable caminata pudimos conocer más de Bruselas y ver algunos lugares interesantes por el camino como la Iglesia de Notre Dame de Laeken, que es preciosa. También pasamos cerca del Palacio Real.
Asia en Bruselas
Nuestra primera parada fue el Chinese Pavillion, que aunque no pudimos entrar para ver su interior, nos deleitamos con su exterior. A día de hoy he visto muchísimos pabellones chinos y reconozco que este no es nada en comparación, pero en su momento me gustó bastante.
Desde aquí se podía observar la Torre japonesa, una pagoda de cinco pisos. Cuando la comparo a las pagodas japonesas reales puedo reconocer que se nota bastante lo falsa que es. Lo bueno es que es raro ver cosas así fuera de Asia.
Visitando el Atomium
Finalmente acabamos llegando al Atomium. Cuando lo vi por primera vez me quedé maravillada. Era impresionante es muchos aspectos. Recuerdo también que estaba lleno de gente, pero nosotras disfrutamos la visita.
Me hubiera encantado acceder a su interior, pero éramos estudiantes universitarias. Tener dinero no era nuestra especialidad. Algo que no olvidaré nunca es su tienda de recuerdos en la que vi una bola de nieve con un Atomium y un T-rex. A día de hoy me arrepiento muchísimo de no haberlo comprado.
Tras esta visita decidimos volver a la casa de mi amigo porque esa misma noche la pasaríamos en el aeropuerto esperando nuestro vuelo de vuelta.
Mi reflexión
Bélgica fue el primer país que visité en Europa y me llevé muchísimos buenos recuerdos de este sitio. Es un lugar precioso, muy diferente a España, aunque está llena de españoles. Jamás olvidaré su delicioso chocolate y sus impresionantes iglesias. Eso sí, si vuelvo, lo haré con dinero para entrar a sus atracciones.
Fin