Cliffs of Moher es posiblemente uno de los lugares más impresionantes en los que he estado. Situado a hora y media de la ciudad de Galway, Irlanda, se pueden encontrar estos acantilados que te dejan sin aliento. Alcanzando alturas de hasta 120 metros sobre el Océano Atlántico, se extienden por 8 kilómetros. Su formación comenzó hace más de 320 millones de años, cuando se originaron a partir de capas de esquisto y arenisca del período Namuriense. Hoy en día, estos acantilados se han convertido en un destino obligado para cualquier viajero que visite Irlanda. Organiza tu viaje con esta guía de viaje a los acantilados de Moher.
Tips que debes saber antes de ir
La entrada cuesta 7€. Incluye el acceso al centro de visitantes, la Torre O’Brien, audioguía descargable y parking.
Horario
- 9:00~17:00 noviembre~febrero
- 8:00~19:00 marzo, abril, septiembre y octubre
- 8:00~21:00 mayo~agosto
Suele llenarse de gente por lo que es recomendable evitar ir de 11:00 a 16:00.
Las personas con movilidad reducida pueden optar también por un pequeño vehículo que les llevará por todo el sendero hasta los lugares más emblemáticos. Pues, aunque el camino está pavimentado, llegará un momento en el que se une junto al terreno natural y puede volverse más complicado el desplazamiento.
Los perros también son bienvenidos.
Cómo llegar
Siendo un sitio tan turístico hay muchos tours que ofrecen viajes de ida y vuelta desde Dublín y otras ciudades. Lo mejor es que suelen complementar el viaje con la visita a otros lugares de interés.
Desde Galway:
► Coche: El trayecto tiene una duración de hora y media. Es sin duda la opción más cómoda.
► Autobús: desde la estación de autobuses de la ciudad hay unos 6 autobuses diarios. Mira la página web de la empresa para más información.
Qué ver
Aunque de primeras parece que no hay mucho que hacer aquí, os aseguro que pasaréis al menos casi dos horas paseando por los senderos que los recorren.
Paseo por los acantilados
Hay un camino que recorre toda la línea de los acantilados, siendo en total 800 metros de camino pavimentado. Hay algunas cuestas cuando comienza el terreno de tierra y es que el punto más alto se encuentra a 214 metros sobre el nivel del mar.
Una vez que superas la Torre de O’Brien, el camino pavimentado llega a su fin, y los «muros» que proporcionan protección contra posibles caídas desaparecen. Te recomiendo que continúes un poco más para obtener vistas espectaculares y tomar fotografías junto a los mismos acantilados.
Hay una amplia gama de vida marina, a veces visible, como focas, delfines, ballenas… También es probable que os encontréis con algunas ovejas por el camino.
Cuando el buen tiempo acompaña se pueden observar las Islas Aran, la Bahía de Galway, los Maamtaurks e incluso la lejana Kerry.
Centro de Visitantes
Lo más llamativo de este centro es su diseño, camuflado con el entorno sin estropear la armonía del paisaje. Galardonado así con varios premios.
Cuenta con diferentes exposiciones que brindan al turista de mucha información relacionada con la formación, la fauna/flora y la historia de los acantilados.
También hay cafeterías y tienda de regalos.
La torre de O’Brien
Esta torre circular de piedra, conocida en inglés como O’Brien’s Tower, fue construida en 1835 por Sir Cornellius O’Brien. Su finalidad era brindarle a los cientos de visitantes, que ya había en aquella época, un mirador. Se ubica más o menos en una zona central de los acantilados.
Es accesible siempre, pero puede cerrarse por las malas condiciones del clima.
Dónde comer
En el Centro de visitantes hay dos cafeterías, pero, si el tiempo acompaña, la mejor recomendación es llevarse la comida preparada y usar una de las mesas de camping.
Mi viaje
Había visto muchas fotografías y sabía que este lugar era impresionante, pero verlo con mis propios ojos ha sido incluso aún más fascinante.
La visité con unos amigos en un tour privado donde nos dieron libertad total para pasear. Con echarle algunas horas es más que suficiente. Lo que si recuerdo bien es el viento que hacía. Las ráfagas me ocasionaron a mí y a otra compañera dolor de oído. Sumado a los paseos donde el camino está lleno de piedras provoca un poco de vértigo al sentir que en cualquier momento sales volando. Aun así, estaba tan emocionada por lo que estaba viendo que me importó poco.
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- Galway