Las islas Phi Phi de Tailandia son pura belleza. Uno de los lugares más bellos en los que he estado. Además, aquí se encuentra Maya Bay, la razón por la que empecé cierto proyecto. En esta entrada te contaré mi viaje a las islas Phi Phi.
Madrugón para coger un barco
11 de noviembre de 2022
Eran las 7 de la mañana. Había dormido bastante bien, mucho mejor que en Bangkok. Lo primero que hice fue salir a la terraza con mi desayuno y comer tranquila observando la increíble playa que teníamos delante.
A las 8 pasaba a recogernos a la puerta del hotel un autobús. Habíamos pillado un tour (supuestamente en japonés) que nos iba a llevar por las Islas Phi Phi en barco. Llegamos a un sitio en la otra costa de la isla donde nos dieron indicaciones del viaje y las normas. Aquí conoceríamos a Goodies, nuestro guía.
A las 9:30 estaríamos montados en el barco, una especie de yate que daba cada salto con las olas… Fue la primera vez que me montaba en una embarcación así.
Isla Bambú
Nuestra primera parada fue Isla Bambú donde nos dieron una hora para disfrutar de la playa. Fue la playa más bonita en la que había estado en mi vida. El color de agua era turquesa y la arena fina y blanca. Sumado a que el agua estaba calentita. No podía creerme dónde me encontraba. Sentía que estaba en el paraíso.
Mi pareja y yo nos metimos en el agua y disfrutamos tranquilos del suave oleaje. Qué sensación de libertad.
Pensé en pasear por la isla para conocerla, pero prefería quedarme en la arena y el mar.
Mi segunda comida favorita de Tailandia
Después nos llevaron a otra de las islas a comer. Era un hotel con buffet libre. Aquí decidí probar otro de los platos típicos de este país: Massaman Curry. Me encantó. Era dulce con aroma a canela. La carne, además, estaba jugosa. Me eché muy poco para probar otros platos, pero tras probarlos, acabé repitiendo este echándome una gran cantidad.
Tras ello, mi pareja y yo nos sentamos en unas tumbonas a disfrutar de la playa. No parábamos de hablar de lo afortunados que éramos de haber podido conocer un sitio así.
Nadando en el mar
Hacia las 13:00 paramos en el mar, cerca de las islas. Nos dieron gafas de buceo y chalecos salvavidas para que nadásemos por el mar. Además, nos dejaban tirarnos por la proa del barco.
Fue una experiencia increíble saltar del barco al mar. Me puse las gafas y bajé la cabeza esperando ver a uno o dos peces, pero para mi sorpresa, estaba totalmente rodeada. Me dio un poco de cosas sabiendo que había tantos de ellos nadando a mi lado.
Vi también los corales de colores llamativos. Fue una experiencia que jamás olvidaré en mi vida. Lamenté en ese momento haberme olvidado en el hotel las fundas de móvil para sacar fotos y vídeos debajo del agua.
En este momento me di cuenta de que lo libre que me siento en el agua. Era la única que no llevaba chaleco salvavidas y me pasé toda la media hora nadando sin cansarme en lo más mínimo.
Bahía de los Monos
La siguiente parada fue la que menos me gustó del viaje. Paramos en un pequeño trozo de costa en el que había muchos monos salvajes. Estaba llenísimo de turistas que perseguían a los animales para sacarse una foto. No me sentía cómoda ni veía a los animales cómodos. Ni siquiera había una playa propiamente dicha.
Solo nos quedó esperar a que nos llevaran a la siguiente parada. Lo único con lo que me quedo de aquí es con las elevaciones de roca que veíamos desde abajo.
Pi Leh Bay y la tormenta
Mientras íbamos a nuestro siguiente destino recuerdo que me senté en la proa para observar el camino. En ese momento, vi cómo una tormenta se acercaba a nosotros. Todo el cielo se estaba tornando negro. En la foto podéis apreciar lo que se nos venía encima. Llegué incluso a temer un poco porque había leído que las tormentas en esta zona eran cortas, pero muy intensas.
Después de pasar por la Cueva Vikinga (que sigo sin saber porqué se llama así), comenzó a desatarse la locura. Comenzó a diluviar como nunca antes había visto.
Nos metimos en Pi Leh Bay y aunque la idea era nadar en esta bahía, estábamos todos apelotonados con las toallas echadas encima porque la temperatura había bajado considerablemente. Fue una locura. Pi Leh Bay es uno de los puntos más ansiados cuando se visita las islas Phi Phi, y aunque no lo vi en su esplendor, vivir una experiencia así fue increíble.
Maya Bay
Y en torno a las 15:00 llegaríamos al lugar que más ganas tenía de ver. El primer lugar que le dije a mi pareja cuando me dijo de venir a Tailandia. Siempre había visto fotografías de Maya Bay hasta que un día decidí crear un mapa con todos los lugares que iba viendo por internet o redes sociales porque no quería olvidarme de ellos. Así fue como comenzó mi proyecto de viajes que tiene actualmente 1435 lugares apuntados.
La llegada a este sitio fue horrible. Solo se podía acceder por la parte trasera, lo que hacía que todas las embarcaciones se apelotonaran allí. No podíamos ni caminar. Cuando conseguimos desembarcar, nos adentramos en la isla siguiendo las indicaciones que nos llevaron hasta Maya Bay. Para este momento, la tormenta había amainado.
Nunca, os lo juro, nunca había visto nada igual. Qué belleza de lugar. El paraíso en persona. Estaba lleno de turistas, pero eso me dio igual.
Nos alejamos un poco de la entrada y disfrutamos del paisaje. La arena era más blanca y fina que lo que habíamos visto hasta entonces. El agua, más caliente que en Isla Bambú. El agua cristalina turquesa. Hice millones de fotos porque no quería olvidar nunca ese lugar. Me hubiera pasado allí el día entero.
Llegamos a ver hasta una cría de tiburón de un color amarillento cerca de la orilla.
Vuelta al hotel
Al regresar al barco nos dieron de comer sandía y piña. Temíamos que nos sentara mal porque habíamos muchas cosas respecto a la fruta de aquí. Afortunadamente estaba buena y no nos pasó nada.
Al volver vimos más monos en una playa antes de llegar a Phuket, donde, en el mismo bus de vuelta, nos dejaron en la puerta de nuestro hotel. Aquí nos duchamos y relajamos sin creernos aún lo que habíamos vivido.
A las 1:30 de la noche dimos por la noche una vuelta por Patong y cenamos en el restaurante indio de la primera noche, naan de ajo con curry. El naan ha sido el mejor que he comido en mi vida (y eso que el de queso me encanta). Con la barriga llena acabamos en la playa viendo fuegos artificiales. Así concluiría mi viaje a las islas Phi Phi.
El siguiente día sería de playa y paseo por Patong:
Tailandia día 5: relax en Patong